martes, 12 de mayo de 2009

Pedro López de Souza. Indios. Bengua chaná

Diario de Navegación- 1531
Entrada de Pero Lopes de Souza en el Rìo de la Plata hasta el delta del Paraná
...El agua ya era aquí dulce, pero el mar tan grande que no podía convencerme de que fuese río. Había en tierra muchos venados, y caza, que cogíamos, y huevos de avestruz , y avestuces pichones muy sabrosos; en tierra hay mucha miel, y muy buena, y encontrábamos tanta, que la dejábamos; hay cardos que son muy buenos como alimento y la gente se holgaba en comerlos. Y como nos pareció a todos que podíamos mantenernos, determiné seguir adelante, y el viento estaba del sudeste, y el tiempo bueno, y de noche había luna. Salí a las dos de la tarde, con intención de navegar toda la noche; iba siguiendo la costa, con fondo de seis brazas de arena limpia. Estando a dos leguas de donde partiera, salieron de la costa, hacia nosotros, cuatro almadías con mucha gente; viéndolas, me puse a la cuerda con el bergantín para esperarlos; remaban tan ligero que parecían volar. Pronto estuvieron todos conmigo; traían arcos y flechas y azagayas de palo quemado, y ellos con muchos penachos, pintados de mil colores, y se acercaron en seguida, sin mostrar miedo, por el contrario con mucho placer, abrazándonos a todos: no comprendíamos su idioma, ni era como el de Brasil; hablaban de papo como los moros; las armadías eran de diez y doce brazas de largo y media braza de ancho, de madera de cedro muy bien labradas; remaban con unas palas muy largas, en el cabo de las palas tenían penachos y borlas de plumas. En cada armadía, remaban cuarenta hombres, todos de pie, y como se venía la noche, no pude ir a sus tiendas, que se veían en una playa, enfrente, y parecían otras muchas armadías varadas en tierra; y ellos me hacían señas de que fuese allí, que me darían mucha caza y cuando vieron que no quería ir, mandaron unas armadías para traer pescado, y lo hicieron con tanta rapidez, que todos quedamos sorprendidos; nos dieron mucho pescado, y yo les hice dar muchos cascabeles y cristales y cuentas y quedaron tan contentos, mostrando tanto placer, que parecían fuera de juicio, y con esto me despedí de ellos.
Lunes, dos días de diciembre, ya entrada la mañana, mandé remar río arriba, y eran tantas las bocas de los ríos, que no sabía por dónde estaba, sino que navegaba aguas arriba, y seme hizo noche frente a dos islas pequeñas, donde fondeamos. Sopló toda la noche mucho viento noroeste.
Martes, 3 de diciembre, había tanta correntada que no podíamos avanzar a remo. Por la tarde, sopló mucho viento sudoeste y lo aprovechamos para seguir río arriba [Por el Paraná Guazú, y sus brazos y no por el Uruguay, como quiere Varnhagen.(Nota de Eugenio de Castro, autor del comentario al Diario de navegacao de Pero Lópes de Souza, Río de Janeiro, 1927.)], me encontraba con un brazo que iba al norte, y otro que iba hacia el oeste y no sabía por dónde seguir. Ya aquí, empezaba a encontrar islas con muchas arboledas y fresnos, y otros árboles muy hermosos, muchas plantas y flores como las de Portugal, y eran tantas las aves, que las matábamos con palos. Las islas aquí ya no son anegadizas y el suelo es muy hermoso.
Miércoles, 4 de diciembre, navegando a vela, río arriba, por un brazo que corría al noroeste, vine a dar en otro que corría al nordeste, muy ancho, tenía en la boca dos islas pequeñas [Las dos islas llamadas después por Pero Lópes, "de los Cuervos"; deben ser las actuales "Dorado" y "Doradito", en el Paraná Guazú. (Nota se E. de C..)] , ambas muy boscosas. Aquí encontré muchos cuervos marinos, y maté algunos con la ballesta; y fui por el dicho brazo [Por el brazo del Paraná Bravo.(Nota de E. de C.)], antes de media legua; anocheció y fondeamos junto a una arboleda, donde pasamos la noche.
Jueves, 5 de diciembre, yendo por el dicho brazo arriba, encontré muchas señales de que había gente; hacían humo en las islas; la tierra, en la banda sureste, donde era firme, me pareció lo más hermoso que pudiera verse; llena de flores y la hierba tan alta como un hombre.
Sábado, 7 de diciembre, nos sopló el viento al sudoeste con mucha fuerza. Fuimos con poca vela, remontando el dicho brazo, porque hacia el nordeste iban los humos que se alejaban por río arriba. Y habiendo andado tres leguas, me anocheció en el sitio donde los hacían, y bajé a tierra, pero no hallé rastros de gente, sino de muchos animales. De noche nos dio mucha alarma un onza, y creyendo que era gente, bajé a tierra con toda la tripulación armada.
Martes, 10 de diciembre, remonté el brazo que iba al noroeste [Por el Paraná Guazú, pasando al norte de la isla Botija(E. de C.)] y habiendo andado cuatro leguas arriba fui a dar a un río de tres leguas que iba al oeste, y fui a dormir a la banda sur debajo de unos fresnos. Por la noche matamos cuatro venados, los mayores que hasta entonces había visto.
Miércoles, 11 de diciembre, fui por el río arriba con buen viento, vi un brazo pequeño que iba al noroeste y entré en él;
En este río hay unos animales como raposas que andan siempre en el agua, y matamos muchos; tienen un sabor como el cabrito. Remontándole brazo vi que se estrechaba y me volví al brazo grande y en mitad de el descubrí otro brazo que iba en dirección sudoeste y anduve en él una legua y di en otro río muy grande que iba al noroeste. La tierra de la banda del sudoeste era alta y parecía ser firme y en la misma banda del sudoeste hallé un desaguadero que en la boca medía dos brazas de ancho y una de fondo y según la información de los indios era tierra se los Carindins[Esta tierra de los Carindins (Quirandis o Quirandies) debería estar bañada por las aguas del Paraná y Paranaguazú; pero la que conoció Pero López sería la que en tierra argentina está limitada por San Pedro, brazo del Paraná Pavón, Ibicuy y Baradero, con el respectivo arroyo.]. Mandé hacer humaredas para ver si acudía gente, y en el interior, muy lejos, me respondieron también con humaredas.
Viernes, 12 de diciembre, en la boca de este desaguadero de los Carindins puse dos padrones, con las armas del Rey Nuestro Señor, y tomé posesión de la tierra para volverme de ahí porque vi que no podía comunicarme con la gente de tierra, y hacía mucho que había dejado a Martín Alfonso, en el ,lugar donde estaba, y yo quedé en volver a los veinte días; y de este desaguadero al río de los Beguaois [Actual Río de Solís Grande.(Nota de E. de C.)] adonde partí, tenía que andar ciento cinco leguas. Aquí tomé altura del sol en 33 grados y 3 cuartos. Esta tierra de los Carindins, es alta a lo largo de la costa y en el interior llana, cubierta de pastos altos que ocultan un hombre; hay mucha caza en ella, de venados y avestruces y codornices; es la tierra más hermosa y agradable que pueda imaginarse. Yo traía conmigo alemanes e italianos, y hombres que estuvieron en la India, y franceses y todos se mostraban sorprendidos de la hermosura de esta tierra y andábamos todos suspensos, que no pensábamos en volver.Pero Lopes de Souza
(Diario de navegaçao, Río de Janeiro, 1927. Texto traducido por José Luis Busaniche)
Pero Lopes de Souza: Navegante portugués de principios del siglo XVI; hermano de Martín Alfonso de Souza, también navegante y descubridor de renombre, aludido por Camoens en Os Luciadas. Llevó a cabo una intrusión en el río de la Plata y anduvo por las islas del Delta del Paraná. Ha quedado constancia de este viaje en el Diario de Navegacäo de Lopes de Souza del que existe una excelente versión moderna brasileña, realizada por Eugenia de Castro, con notas muy eruditas e ilustrativas. Río de Janeiro, 1927, pág 27.
Texto extraído de "Estampas del Pasado" de José Luis Busaniche .Lecturas de Historia ArgentinaLibrería Hachette S.A.Buenos Aires 1959
1531 - Pedro López de Souza. Indios. Bengua chaná, pág. 139.
"un hombre cubierto de pieles, con arco y flechas en la mano nos habló dos o tres palabras guaraníes. Era bengua chaná y se llamaba Yñandú, atracamos el bergantín a tierra y enseguida vinieron 3 hombres y una mujer, todos cubiertos de pieles, la mujer era muy hermosa, sus cabellos eran largos y castaños y tenía unas marcas o tatuajes debajo de los ojos; ellos llevaban en la cabeza unos bonetes hechos con la piel de la cabeza de los jaguares, con dientes y todo.
Estos hombres son todos grandes y robustos y parecen que tienen mucha fuerza. Las mujeres son todas muy bien parecidas.
Se cortan también los dedos como los del Cabo de Santa María, pero no son tan tristes. Mientras andaba por tierra en busca de leña para calentarnos fuismos a dar en un campo con muchos palos clavados y redes que hacía un cerco, el que me pareció a primera vista una trampa para cazar venados y después vi muchas cavidades oscuras que estaban dentro de un cerco de redes; vi entonces que eran sepulturas; todo cuanto el muerto tenía lo ponían sobre la tumba. Las pieles conque andaban cubiertos, las mazas de palo (macanas) y azagallas de palo tostado, las redes de pescar y de cazar venados, todo estaba en torno de la sepultura. Había aquí unas treinta tumbas.
La gente de esta tierra son hombres muy robustos y grandes; de rostro son muy feos, traen el cabello largo; algunos se horadan las narices y en los agujeros traen metido unos pedazos de cobre muy brillante, todos andan cubiertos de pieles, duermen en el campo donde los anochece; no llevan consigo otra cosa que pieles y redes para cazar; usan como arma una pelota de piedra del tamaño de la bola de un facón y de ella sale un cordel de una braza y media de largo y en el extremo lleva una borla grande de plumas de avestruz; y tiran con ella como con honda; traen unas azagayas hechas de palo y unas porras de palo de un codo de largo. No comen más que carne y pescado; son tan tristes y la mayor parte del tiempo lloran.
Cuando muere alguno de ellos, según el parentesco, así se cortan los dedos: por cada pariente una articulación; vi que muchos viejos no tenían más que el dedo pulgar.
Su habla es gutural como la de los moros.
Cuando nos venían a ver no traían ninguna mujer consigo; no vi más que una vieja que en cuanto se acercó a nosotros se echó al suelo de bruces y no levantó el rostro, con ninguna cosa nuestra se alegraban, ni mostraban contento con nada.
Si traían pescado o carne nos lo daban gratis y si les daban alguna mercadería no se alegraban, les mostramos cuanto traíamos; no se espantaban ni tenían miedo de la artillería, pero suspiraban siempre y no daban más que muestras de tristeza; me parece que no se divertían más que con eso.
"Cuando salieron de tierra hacia mi 4 almadías (canoas) con mucha gente, remaban tanto que parecía que volaban. Se reunieron pronto conmigo: traían arcos, flechas, azagayas de palo tostado; ellos venían con muchos penachos y pintados de mil colores; se aproximaron sin mostrar miedo y con mucho placer nos abrazaban a todos; no entendíamos su habla que no era como la de Brasil; hablaban guturalmente, como moros; sus almadías tenían 10 a 12 brazas de largo y media braza de ancho hechas de madera de cedro muy bien trabajada, remaban con unas palas muy largas que en sus extremos tenían penachos y borlas de plumas, en cada almadía remaban 40 hombres de pie, no fui a sus tiendas que se veian en una playa frente a la cual estaba, porque faltaba poco para anochecer; se veían otras muchas almadías varadas en tierra; me hacían señas para que fuese allá donde me darían mucha caza; y cuando vieron que no queria ir mandaron una almadía por pescado; fue y vino en tan breve tiempo que quedamos espantados; nos dieron muchos pescados; y yo les mandé dar muchos cascabeles, cristales y cuentas; quedaron tan contentos y mostraban tanto placer que parecían locos; y así me despedí de ellos". Pedro López de Souza, págs. 153, 139, 126